lunes, 22 de noviembre de 2010

Sobre los conceptos de "trabajo" y "naturaleza"...

Otro gran fragmento de Tesis de Filosofía de la Historia (1940), de Walter Benjamin:

Tesis 11:

El conformismo, que desde el principio ha estado como en su casa en la socialdemocracia, no se apega sólo a su táctica política, sino además a sus concepciones económicas. Es una de las causas del derrumbamiento ulterior. Nada ha corrompido tanto a los obreros alemanes como la opinión de que están nadando con la corriente. El desarrollo técnico era para ellos la pendiente de la corriente a favor de la cual pensaron que nadaban, punto éste desde el que no había más que un paso hasta la ilusión de que el trabajo en la fábrica, situado en el impulso del progreso técnico, representa una ejecutoria política. La antigua moral protestante del trabajo celebra su resurrección secularizada entre los obreros alemanes. Ya el Programa de Gotha lleva consigo huellas de este embrollo. Define el trabajo como "la fuente de toda riqueza y toda cultura". Barruntando algo malo, objetaba Marx que el hombre que no posee otra propiedad que su fuerza de trabajo "tiene que ser esclavo de otros hombres que se han convertido en propietarios". No obstante sigue extendiéndose la confusión y enseguida proclamará Josef Dietzgen: "El salvador del tiempo nuevo se llama trabajo. En (...) la mejora del trabajo (...) consiste la riqueza, que podrá ahora consumar lo que hasta ahora ningún redentor ha llevado a cabo".
Este concepto marxista vulgarizado del trabajo no se pregunta con la calma necesaria por el efecto que su propio producto tiene en los trabajadores en tanto no puedan disponer de él. Sólo reconoce los progresos del dominio de la naturaleza, pero no quiere reconocer los retrocesos de la sociedad. Ostenta ya los rasgos tecnocráticos que encontraremos más tarde en el fascismo. A éstos pertenece un concepto de la naturaleza que se distingue catastróficamente del de las utopías socialistas anteriores a 1848. El trabajo, tal y como ahora se entiende, desemboca en la explotación de la naturaleza que, con satisfacción ingenua, se opone a la explotación del proletariado. Comparadas con esta concepción positivista demuestran un sentido sorprendentemente sano las fantasías que tanta materia han dado para ridiculizar a un Fourier. Según éste, un trabajo social bien dispuesto debería tener como consecuencias que cuatro lunas iluminen la noche de la tierra, que los hielos se retiren de los polos, que el agua del mar ya no sepa a sal y que los animales feroces pasen al servicio de los hombres. Todo lo cual ilustra un trabajo que, lejos de explotar a la naturaleza, está en situación de hacer que alumbre las criaturas que dormitan como posibles en su seno. Del concepto corrompido de trabajo forma parte, como su complemento, la naturaleza que -según se expresa Dietzgen- "está ahí gratis".

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